¿Ha perdido la filosofía el contacto con la
gente?
W. V. O Quine (1979)
Luis Delgado Flores
Ignacio Ramírez
Estrada
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq6HiKeBUsoqO7YGAxT79_zK1ewtFBXkdj09HHDANoyatRz2dqjk7deBIL0CMEUIFUM3xcvKPzlFeskag73qYlOnl3J1-rrhp8fmvtCJHlVWDNtRcwmNVPxo5QvdK6vhcnz8Rn2IHuHl8E/s1600/don-quijote.jpeg)
Un cierto día el gran Don
Quijote se encontró con su amigo y compañero Sancho Panza, el cual le invitó a
pasar a una taberna para refrescarse ambos con una cerveza.
Sin embargo, Don Quijote parece
imbuido en su pensamiento, despreocupado de todo lo que pasa a su alrededor, es
el hombre en diálogo intenso consigo mismo.
Sancho con mirada atenta y de
manera suspicaz pregunta. ¿Maestro que hace?
Don Quijote: ¡Estoy filosofando!
Sancho: ¿Filoso qué?
Don Quijote: Filosofando.
Sancho: Y ¿Qué es filosofar?
Don Quijote: Es amor a la verdad
Sancho: ¿Es que existe la verdad? y si
existe ¿Para qué buscarla? ¿Para qué sirve?
Don Quijote: “El hombre desea por
naturaleza saber”. En vista a esto buscará imperativamente el conocer y en ese
conocer, lo real y lo verdadero.
Sancho: pero Don Quijote tenemos que
comer, mi barriga siente que tiene hambre y lo único que la sacia es comer.
¿Para que me sirviera a mí en este caso conocer la verdad? Además, para poder
filosofar necesitamos un mínimo de bienes materiales y entre ellos incluyen los
que satisfacen las necesidades básicas de todo ser humano.
Don Quijote: Es verdad que lo
contingente nos afecta, es verdad que tenemos necesidades y estas necesidades
son una realidad que no se puede negar. Pero también es verdad que para
poderlas saciar, necesitas un mínimo de conocimiento y este conocimiento te lo
da de manera más adecuada la filosofía.
Sancho: si, pero para satisfacer mi
hambre no necesito filosofar.
Don Quijote: Eso es verdad. Pero hay
satisfacciones que son mejores que las biológicas.
Sancho: Pero Don Quijote mi necesidad
de comer termina con la satisfacción de comer
¿donde culmina su filosofar?
Don Quijote: el amor a la verdad y el
deseo que ésta despierta, del que te hablo es inagotable ya que está inscrito
en la naturaleza de cada hombre, sin embargo, no todo hombre asume ésta tarea
por amor a esa verdad. Ya que puede querer la verdad para ser mejor, para ser
alguien o para que le quieran y puede parcializar esa búsqueda, la verdad
entonces seria instrumentalizada, pero para el filósofo, la verdad no es un
instrumento, la verdad es el fin de una de nuestras inclinaciones naturales.
Sancho: espéreme tantito, no tan rápido
Don Quijote, si la verdad no es un instrumento entonces ¿para que la queremos?
además la razón la tenemos solo para satisfacer las necesidades del hombre. Si
esto no es así, ¿Cuál sería su motivación? ¿Qué debemos hacer?
Don Quijote: la motivación primera para
la sabiduría tiene que ser siempre la curiosidad intelectual, llena de
asombro; que de nuevos inicios porque el
saber es un horizonte y el deseo me motiva ir a él.
Sancho: pero Don Quijote. Ese horizonte
es inalcanzable, nunca podemos llegar a
él.
Don Quijote: es real que siempre se
abren nuevos horizontes. Y aunque haya sospechas de que uno sea incapaz de
llegar a esa verdad envuelta en asuntos que no acaba de aclarar como la duda de
la propia capacidad, el hombre tiene la capacidad de superar esa duda y seguir
buscando.
Sancho: pero Don Quijote las hazañas
épicas que emprendemos en su amada Dulcinea. ¿Tienen que ser financiadas por
algo?
Esta pregunta engendra un misterioso
silencio… que es abruptamente interrumpido por una gran carcajada. Ja ja ja.
Don Quijote: Sancho Sancho. Si tus
aspiraciones fueran tan grandes como tu apetito serías un sabio. La pregunta no
es el cómo sino el porqué. Emprender heroicas hazañas es el resultado de una
motivación que solo encontrará respuesta en la contemplación de la belleza y
majestuosidad de mi Amada.
Sancho: ¿Dulcinea es capaz de llenar
esos deseos?
Don Quiote: Sancho, mi amada, mi amada
es difícil de encontrar y hay que inventar formas para llegar a ella.
Sancho: ¿y donde vive Dulcinea? ¿Cómo
la encuentro?
Don Quijote: no solo hay que buscarla,
sino que dejarse encontrar por ella. Y así con el rigor de deseo de encontrarla
hay que dejarse seducir por ella.
Don Quijote: Sancho, a Dulcinea solo yo
puedo querer. Pero a mí Amada tú también la puedes la amar.
Sancho: ¿pero su amada no es Dulcinea?
Don Quijote: mi corazón es de Dulcinea
pero mi amada es la Sabiduría.
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