La filosofía/contacto con la gente


¿Ha perdido la filosofía el contacto con la gente?


Luis Delgado Flores

Ignacio Ramírez Estrada

 
                Un cierto día el gran Don Quijote se encontró con su amigo y compañero Sancho Panza, el cual le invitó a pasar a una taberna para refrescarse ambos con una cerveza.

                Sin embargo, Don Quijote parece imbuido en su pensamiento, despreocupado de todo lo que pasa a su alrededor, es el hombre en diálogo intenso consigo mismo.

                Sancho con mirada atenta y de manera suspicaz pregunta. ¿Maestro que hace?

Don Quijote: ¡Estoy filosofando!

Sancho: ¿Filoso qué?

Don Quijote: Filosofando.

Sancho: Y ¿Qué es filosofar?

Don Quijote: Es amor a la verdad

Sancho: ¿Es que existe la verdad? y si existe ¿Para qué buscarla? ¿Para qué sirve?

Don Quijote: “El hombre desea por naturaleza saber”. En vista a esto buscará imperativamente el conocer y en ese conocer, lo real y lo verdadero.

Sancho: pero Don Quijote tenemos que comer, mi barriga siente que tiene hambre y lo único que la sacia es comer. ¿Para que me sirviera a mí en este caso conocer la verdad? Además, para poder filosofar necesitamos un mínimo de bienes materiales y entre ellos incluyen los que satisfacen las necesidades básicas de todo ser humano.

Don Quijote: Es verdad que lo contingente nos afecta, es verdad que tenemos necesidades y estas necesidades son una realidad que no se puede negar. Pero también es verdad que para poderlas saciar, necesitas un mínimo de conocimiento y este conocimiento te lo da de manera más adecuada la filosofía.

Sancho: si, pero para satisfacer mi hambre no necesito filosofar.

Don Quijote: Eso es verdad. Pero hay satisfacciones que son mejores que las biológicas.

Sancho: Pero Don Quijote mi necesidad de comer termina con la satisfacción de comer  ¿donde culmina su filosofar?

Don Quijote: el amor a la verdad y el deseo que ésta despierta, del que te hablo es inagotable ya que está inscrito en la naturaleza de cada hombre, sin embargo, no todo hombre asume ésta tarea por amor a esa verdad. Ya que puede querer la verdad para ser mejor, para ser alguien o para que le quieran y puede parcializar esa búsqueda, la verdad entonces seria instrumentalizada, pero para el filósofo, la verdad no es un instrumento, la verdad es el fin de una de nuestras inclinaciones naturales.

Sancho: espéreme tantito, no tan rápido Don Quijote, si la verdad no es un instrumento entonces ¿para que la queremos? además la razón la tenemos solo para satisfacer las necesidades del hombre. Si esto no es así, ¿Cuál sería su motivación? ¿Qué debemos hacer?

Don Quijote: la motivación primera para la sabiduría tiene que ser siempre la curiosidad intelectual, llena de asombro;  que de nuevos inicios porque el saber es un horizonte y el deseo me motiva ir a él.

Sancho: pero Don Quijote. Ese horizonte es inalcanzable,  nunca podemos llegar a él.

Don Quijote: es real que siempre se abren nuevos horizontes. Y aunque haya sospechas de que uno sea incapaz de llegar a esa verdad envuelta en asuntos que no acaba de aclarar como la duda de la propia capacidad, el hombre tiene la capacidad de superar esa duda y seguir buscando.

Sancho: pero Don Quijote las hazañas épicas que emprendemos en su amada Dulcinea. ¿Tienen que ser financiadas por algo?

                Esta pregunta engendra un misterioso silencio… que es abruptamente interrumpido por una gran carcajada. Ja ja ja.

Don Quijote: Sancho Sancho. Si tus aspiraciones fueran tan grandes como tu apetito serías un sabio. La pregunta no es el cómo sino el porqué. Emprender heroicas hazañas es el resultado de una motivación que solo encontrará respuesta en la contemplación de la belleza y majestuosidad de mi Amada.

Sancho: ¿Dulcinea es capaz de llenar esos deseos?

Don Quiote: Sancho, mi amada, mi amada es difícil de encontrar y hay que inventar formas para llegar a ella.

Sancho: ¿y donde vive Dulcinea? ¿Cómo la encuentro?

Don Quijote: no solo hay que buscarla, sino que dejarse encontrar por ella. Y así con el rigor de deseo de encontrarla hay que dejarse seducir por ella.

Sancho: ¿yo también puedo amar a Dulcinea?

Don Quijote: Sancho, a Dulcinea solo yo puedo querer. Pero a mí Amada tú también la puedes la amar.

Sancho: ¿pero su amada no es Dulcinea?

Don Quijote: mi corazón es de Dulcinea pero mi amada es la Sabiduría.

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